Cuidemos a Holbox

El futuro le pertenece a los que se preparan para él – Malcolm X

Las pasadas vacaciones de verano, mi familia y yo decidimos visitar un lugar verdaderamente paradisiaco del Caribe Mexicano y que seguramente es de conocimiento para casi todos mis paisanos. Holbox es una pequeña isla localizada al norte de nuestro vecino Quintana Roo, que forma parte del área de protección de flora y fauna denominada Yum Balam. Cuenta con una población de 2 mil personas y, a pesar de ser un destino tan remoto y distinto al resto del país, se puede ver en él una representación de lo que es nuestro querido México, en cuanto a sus oportunidades de crecimiento y desarrollo sustentable.

¿A qué me refiero con lo anterior? Empecemos por recalcar lo bueno. Holbox tiene enormes playas blancas, que se funden en el horizonte con el firmamento y dan al visitante una sensación única de tranquilidad. La isla tiene una enorme riqueza natural, y el trato de sus habitantes es amable y servicial. Así también, su comida es exquisita. Todo esto en conjunto, es una representación de lo que se puede admirar prácticamente en nuestro querido México: grandes recursos naturales y una excelente disposición de su gente por mejorar; incluso la riqueza culinaria es parte de nuestros atributos como país.

Sin embargo, Holbox también es presa de malas decisiones del gobierno e intereses particulares que pasan por encima de la racionalidad pública, como sucede con nuestro querido México. Digo lo anterior por una nota de La Jornada que salió el miércoles pasado, titulada “Descontrol inmobiliario y turismo ponen en peligro la sustentabilidad de Holbox”. En ella se cuenta la historia de cómo hay actualmente 50 proyectos inmobiliarios en construcción, en un área que concentra parte importante de la biodiversidad de Yucatán y Quintana Roo.

Ante los reclamos de la sociedad civil, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) ha declarado evaluar la posibilidad de permitir la construcción de hoteles en zona marina, en forma de palafitos, “para no impactar la costa”. Sin embargo, de acuerdo a varios activistas de la isla, tal medida difícilmente sería un remedio, ya que muchas especies que tienen que llegar a la playa (como las tortugas) van a tener dificultada su entrada.

De acuerdo a la organización Salvemos Holbox, pese a que la isla fue declarada zona natural protegida desde 1994, aún carece de un plan de manejo actualizado, pues el publicado data de hace más de 20 años. Y el descuido no solo se ve en el descontrol inmobiliario, la basura es depositada en un tiradero a cielo abierto, para luego ser quemada o tirada al mar. El año pasado la Asociación Yaax Beh calculó que, desde 2009, la cantidad de residuos sólidos en la isla aumento 111%, al grado de registrar 60 toneladas mensuales, casi todas provenientes de la actividad turística.

Otro problema que Holbox enfrenta es la opacidad en el ejercicio de los recursos públicos del municipio, situación que por desgracia es frecuente en nuestro querido México. Tan solo en marzo del año pasado, varios funcionarios del municipio de Lázaro Cárdenas, al cual pertenece Holbox, fueron acusados de desviar millones de pesos. Además de ello, los pobladores del lugar aseguran que los recursos del municipio jamás llegan a su recóndito poblado, por lo que tienen que arreglárselas solos.

Es común que, dentro de los círculos de debate sobre economía y desarrollo sustentable, se hable del supuesto dilema que presenta el desarrollo y la preservación del medio ambiente. Para muchos, la idea de un crecimiento económico sostenido se contradice con el cuidado de los recursos naturales. Yo considero que esa historia no es necesariamente cierta, y que a donde debemos voltear a ver es a los modelos de desarrollo que implementamos.

El problema no es crecer económicamente, sino hacerlo sin tomar en cuenta el enorme impacto que tienen nuestras actividades en el ecosistema que nos rodea. Tanto el descontrol inmobiliario, como el de la basura, así como la falta de transparencia y la nula planeación urbana, afectan directamente al medio ambiente y no generan un modelo de crecimiento que se pueda sostener en el largo plazo. Si Holbox vive de su turismo ecológico y las actividades desordenadas terminan vulnerando su preservación, difícilmente el modelo será capaz de mantenerse, mucho menos robustecerse en el tiempo.

Así lo entienden organizaciones como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, que pertenece al colectivo Yo defiendo a Holbox, mismos que recientemente exigieron un plan de protección para la isla a través de una cadena humana. De existir tal, habría certeza jurídica sobre las actividades que se pueden llevar a cabo en la isla y sería un escudo protector para conservar a Holbox como el paraíso natural del mar Caribe que es actualmente.

Además del plan, también tenemos que pensar en alternativas viables de turismo ecológico y sustentable. Holbox es una perla dentro de los complejos ecosistemas naturales mexicanos. Tan solo en la isla hay 100 especies de aves, 30 aves migratorias, 60 especies de corales y 20 mamíferos en peligro de extinción, de acuerdo al INEGI y el Gobierno de Quintana Roo. Por si al lector le resultaran pocos estos datos, 49 y 79 por ciento de la fauna herpetológica de Yucatán y Quintana Roo, respectivamente, se encuentra en el área de la isla.

Lo digo convencido: Holbox puede verse como un espejo de México. Ambos tienen un enorme potencial y, a su vez, todavía tienen un mundo por recorrer en temas de planeación y desarrollo sustentable. El gran reto se encuentra en adoptar medidas concretas, transparentes y con verdadera vocación de sustentabilidad. Sólo así el turismo será una variable que permita generar más y mejores empleos para nosotros y para las generaciones de mexicanos que están por venir.

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En menos de 140 caracteres. Holbox tiene apenas 2mil habitantes pero en temporada alta recibe hasta 20mil turistas, una verdadera perla del turismo ecológico

Artículo publicado en el Diario de Yucatán, el 23 de agosto de 2016.


 

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