Escuchar a México

“Una oreja sana puede escuchar palabras enfermas”

Viejo proverbio senegalés

Han pasado casi dos meses desde la presentación del Corrupcionario Mexicano en el Museo Memoria y Tolerancia el pasado 27 de septiembre. Desde entonces, Opciona ha realizado una serie de actividades en varios lugares del país, con el Corrupcionario como medio, para entablar una deliberación pública más abierta sobre la manera en que los mexicanos entendemos y vivimos la corrupción y, sobre todo, cómo fortalecer nuestra ciudadanía. Tales ejercicios me parecen cruciales, dados los resultados que hemos visto este año en muchas democracias del mundo, donde se demuestra el descontento ciudadano que se tiene con la política.

Para el lector que todavía no ha escuchado hablar del Corrupcionario Mexicano, éste se trata de un libro con más trecientos términos y definiciones, que busca detonar una deliberación pública sobre la corrupción en México, más allá de los escándalos que saturan diarios como éste todos los días. El libro cuenta con un prólogo de Diego Luna y la participación de catorce de los mejores cartonistas del país. Lo pueden comprar en las librerías como Gandhi, El Péndulo, El Sótano, Porrúa, VIPS y Sanborns.

En Opciona nos hemos dedicado a deliberar en distintos contextos con ciudadanos sobre los problemas de corrupción que se viven en sus respectivos ámbitos. Así ha sido, por mencionar algunos ejemplos, en el Colegio Americano, el ITAM, el Tec de Monterrey campus Puebla, el Senado de la República, la Universidad Autónoma de Saltillo, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la Universidad Iberoamericana. La próxima semana visitaremos la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y así continuaremos deliberando en diversas instituciones y organizaciones que nos han abierto las puertas para los próximos meses.

En tres ocasiones se tuvo el gusto de contar con la presencia de Diego Luna. Él, con franqueza y sencillez, nos contó sobre lo que llama “la impunidad de la fama”, un reflejo de que en este país hay un 1 por ciento que vive de manera radicalmente distinta al otro 99 por ciento. Sus experiencias no me hacen sino confirmar la hipótesis de que vivimos en un México donde todavía falta mucho para tener justicia social e igualdad de oportunidades.

Así también, la corrupción es un fenómeno que se vive de distinta manera entre los mexicanos. No es lo mismo hablarle a un grupo de jóvenes que todavía no salen de la preparatoria, que a universitarios o a senadores. Los primeros todavía son muy jóvenes, pero lidian con la corrupción en su contexto cotidiano, cuando ven injusticias en su casa o en la escuela. Los universitarios ven con preocupación el mundo al que van a salir a enfrentar, y buscan de forma activa propuestas para solucionar los problemas de corrupción e impunidad que padecemos. Los Senadores… puedo decir que los hay quienes son honestos y están comprometidos en dejar un mejor país.

Es importante decirlo, estamos en un contexto mundial en el que parece haber un descontento generalizado con la política. Pasó así en Gran Bretaña, donde se votó a favor de la salida de la Unión Europea, y en Estados Unidos, donde ganó Donald Trump. Si bien apenas son dos casos, se trata de dos de las democracias más emblemáticas y viejas del mundo. No suena descabellado pensar que escenarios así se repliquen en otros países; recientemente el primer ministro de Francia, Manuel Valls, afirmó que el Frente Nacional podría ganar las elecciones presidenciales de 2017.

Aunque sigue siendo una incógnita qué es lo que causa todo este malestar, creo que hay una constante en cada caso, y ésa es que los ciudadanos sienten que los políticos han dejado de escucharlos. En ese sentido, tanto partidos como organizaciones de la sociedad civil se han quedado cortos al momento de acercar la política a la gente, para convertir a la política en una herramienta de cambio y esperanza. Por eso es importante que la conversación en torno a la corrupción y los principales problemas y oportunidades del país también se dé de abajo hacia arriba: desde las bases de la sociedad, que es la ciudadanía, el mejor lugar para hacer política.

Lo he dicho en reiteradas ocasiones: No puede haber un cambio sustancial en nuestras instituciones si no hay ciudadanos que velen por su correcto funcionamiento, desentendernos de la política puede tener enormes consecuencias para todos.


 

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