¿Guardia Nacional para Yucatán?

“De políticas de seguridad de corto plazo está construido el panteón en el que se ha convertido México” —Ernesto López-Portillo

La semana pasada se aprobó en la Cámara de Diputados el proyecto de seguridad del gobierno federal: la creación de una Guardia Nacional con mando civil, pero conformada por elementos de las policías naval, militar y federal. El proyecto ya ha generado mucha polémica, sobre todo por su carácter castrense. El mayor problema, han advertido los expertos, es que la evidencia sugiere que cuando los militares participan en tareas de procuración de justicia aumentan las agresiones y violaciones de derechos humanos de los detenidos y las víctimas.

Aunque para entrar en vigor todavía falta su aprobación en el Senado, por su trascendencia en el desarrollo político de los siguientes años, ya necesitamos empezar a discutir, desde cada entidad, su pertinencia e implicaciones. Se trata, de verdad, de un tema importante para el curso del país.

Lo primero que hay que decir en este sentido es que la inseguridad es el principal problema de México, sí, pero es un fenómeno regional: no todos los estados cuentan con los mismos contextos ni los mismos niveles de violencia. Esto aplica en el caso de nuestro querido Yucatán, un estado realmente seguro.

Yucatán es una de las entidades con más bajas tasas de homicidios, de robos de vehículos, de violaciones, de extorsión y de secuestro, según los datos que recopila el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública a partir de las carpetas de investigación que generan los Ministerios Públicos.

Es también, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) que realiza el INEGI, el estado con menor percepción de inseguridad; una comunidad donde el 70.7% de la población cree que la Policía Estatal es efectiva (cuando el promedio nacional es 51.3%) y el 66.3% cree que el Ministerio Público es igualmente efectivo (un dato por encima del promedio nacional que es de 50%).

En este contexto, el gobierno del estado tiene que ser muy inteligente en cómo asimila la participación de la posible Guardia Nacional. En Yucatán esta medida puede ser extrema porque no vivimos la inseguridad que viven, lamentablemente, entidades como Tamaulipas o Guerrero. Y, además, es una medida demasiado centralista, que va a contracorriente de las recomendaciones de los expertos.

Por ejemplo, especialistas como Ernesto López Portillo han argumentado que la mejor política de seguridad parte siempre desde lo local: de abajo hacia arriba. Primero, porque los policías locales suelen ser el primer contacto con la ciudadanía, y en esta relación se resuelve mucho de la confianza en las instituciones. Y, segundo y más importante, porque los actores locales tienen un mejor conocimiento del contexto delictivo, las dinámicas sociales y los problemas de sus comunidades; en este sentido, pueden producir soluciones más pertinentes y adaptarse con mayor facilidad a los cambios de contextos.

La seguridad pública es un tema integral. Depende de políticas públicas pertinentes, pero también del resto de las ventajas con las que cuenta Yucatán: una comunidad sólida, con valores y cultura, un ambiente empresarial dinámico y servicios públicos de calidad. Si de verdad queremos seguir teniendo un estado pacífico, antes que nada, antes de cualquier Guardia Nacional, necesitamos seguir procurando lo anterior: además de instituciones locales de seguridad pública bien fortalecidas, una economía en crecimiento que genere oportunidades para todos.

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En menos de 280 caracteres: Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el Super Bowl es el segundo día de mayor consumo de comida en dicho país, tan solo ese fin de semana 1,300 millones de alitas de pollo serán consumidas.

Artículo publicado en el Diario de Yucatán, el 22 de enero de 2019.


 

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