Tiburones por 79 millones de dólares

“La peor amenaza a nuestro planeta es la creencia de que alguien más lo salvará” —Robert Swan

Frente a los fenómenos naturales devastadores que han ocurrido a nivel global —huracanes, inundaciones y, de manera más indirecta, terremotos— conviene preguntarse cómo haremos los seres humanos para contrarrestar el impacto negativo que estamos teniendo en el medio ambiente. De acuerdo con la NASA, 2016 fue el año más caliente para el mundo desde que se tiene registro y, a pesar de lo que digan los detractores del cambio climático, la hipótesis más probable, y para mí, contundente, es que éste es provocado por nosotros.

Además de la contaminación atmosférica, otras actividades dentro de las cadenas de producción, como la tala de árboles, tirar desechos al mar y la pesca descontrolada, ponen el medio ambiente en peligro, ya sea porque destrozamos ecosistemas o porque cazamos especies de forma irresponsable. Todo esto supone un enorme reto, puesto que se tienen que idear formas innovadoras de conservación del medio ambiente, que puedan lidiar con las externalidades negativas del mercado. ¿Cómo lograrlo?

La organización Pelagic Life (Vida Pelágica) podría tener una respuesta. Es una organización de jóvenes entusiastas, que desde siempre han sentido un enorme amor hacia el mar y sus especies, especialmente las que están en las aguas mexicanas. Hace un par de años, en una de sus varias exploraciones por la península de Baja California, ellos encontraron una comunidad de tiburones que estaba siendo amenazada por pescadores que los cazaban para vender filetes y aletas de tiburón.

Para ellos el evento fue revelador. Es común que uno se imagine a los depredadores de estas especies como gente poco escrupulosa y hasta malvada, pero los pescadores no eran eso, eran personas que tan solo buscaban un método de subsistencia para sí mismos y sus familias. El reto, entonces, no era perseguirlos como criminales sino ofrecerles un método alternativo de sostenimiento económico que fuera menos dañino para el medio ambiente. Fue entonces que surgió la idea que dio paso a la organización.

Decidieron convencer a estos pescadores de que es más rentable utilizar esos espacios, con especies tan únicas como el tiburón azul, el tiburón martillo y la ballena gris, como destinos turísticos, en vez de cazarlos y venderlos en el mercado. Los números hablan por sí solos: de acuerdo con los datos de la misma organización, un tiburón de tamaño mediano tiene un precio en el mercado de —¡apenas! —  $200 pesos, mientras que el gasto promedio por persona al día, realizando la actividad de buceo con los tiburones, es de $2,270 pesos. En esas circunstancias, sale mucho mejor cuidar el ecosistema que explotarlo.

La organización ha podido replicar este modelo de negocios en distintas zonas turísticas de México: Bahía Magdalena, La Paz, Los Cabos, Isla Guadalupe, Isla de Revillagigedo, Cancún, Playa del Carmen y Chetumal. Cada una de estas zonas cuenta con distintas especies, todas únicas y especiales entre sí. La inspiración de este modelo de negocios son casos como los de Palau y Bahamas, donde la industria del turismo para observar y nadar con tiburones tiene un valor anual de 12 y 79 millones de dólares, respectivamente.

En este sentido, esfuerzos como Pelagic Life se vuelven cada vez más necesarios, si es que queremos seguir viviendo en un planeta con biodiversidad. En el mundo, 97 millones de tiburones son capturados al año y México es tan solo el sexto lugar de los países que más captura tienen del pez. ¡Consumimos más de 23 mil toneladas de esta especie al año! ¿Apoco no suena mejor conservarlos y de paso crear empleos y detonar las economías locales?

Los jóvenes de esta organización han logrado entender el problema y atenderlo de acuerdo con sus causas: mientras el modelo de negocios de estos pescadores esté basado en la explotación irresponsable del medio ambiente, la erosión de nuestros ecosistemas no se va a frenar. Por ello es importante que encontremos formas innovadoras de lidiar con estos dilemas medioambientales y económicos, siendo una de ellas el ecoturismo. Eso fue lo que más me atrajo de Pelagic y la razón principal por la cual desde un principio creí en ellos y decidí apoyarlos. Mejor apreciar y preservar que matar, nos conviene a todos.

Artículo publicado en Reforma, el 24 de octubre de 2017.

 


 

Compartir


Artículos relacionados